Fotografía de Geraldine Koninckx |
Jordi era periodista en un pequeño periódico local. Un día recibió dos fotografías de La Drova
de Geraldine Koninckx, una amiga suya.
Eran para una exposición de la Universidad Popular de Gandia en la que participaba.
Al verlas se quedó
agradablemente sorprendido. La primera representaba un carril bici bordeado por
unos hermosos pinos. Sus copas verdes contrastaban con el color rojizo del
sendero. La segunda era de unos pinos solitarios en la cima de un monte, como
un padre y un hijo.
Jordi se quedó
seducido por la primera, parecía una alegoría religiosa, tenía una historia
detrás que habría que descubrir, tomando todo el tiempo necesario para la
reflexión y el análisis y leyendo casi
entre líneas.
Las curvas de esta
senda eran el elemento clave. Parecían ser como una gran fuente de inspiración,
de sabiduría tal vez. Fuera los caminos rectos. ¿ Es verdad, a quién le gusta
los caminos rectos?
Jordi siguió
interpretando, meditando y soñando unos largos minutos. Se veía caminando por
aquel sitio a paso lento pero
firme. Y quién sabe lo que se podría encontrar, algún asunto misterioso pero
seguro a su alcance. Unos
minutos más tarde Jordi respondió a Geraldine, que, en su humilde opinión, sus
fotos ganarían el concurso de esta exposición.
Gonzalo Ortega
Taller de Creación Literaria
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