Un hombre de aspecto regio y austero vivía en una cueva en plena montaña.
Nadie sabía que estaba allí. Le gustaba pintar sobre las
paredes de su cueva.
Un día llegó un explorador
por esos parajes y abriendo la puerta de la cueva, que era una piedra encajada,
vio todos los dibujos sobre las paredes.
¡Eran fantásticos, magníficos!
Pensó que debía enseñárselos
a todo el mundo, entró de repente una ráfaga de viento y lluvia y borró todo lo que habían pintado.
Nada pudo recuperarse y
el hombre de la cueva siguió siendo un desconocido.
Ignacio Castelló Cartagena
Taller de Creación Literaria
Visita a la exposición "Cinco tórculos"
Sala Coll Alas
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